Lo opuesto a la calma es el miedo, y el miedo es una emoción, y como toda emoción debe tomarse como un aviso y no como un enemigo. Las emociones se observan, se sienten, se investigan, se procesan, se resuelven, se dejan sentir y se dejan ir, pero también se cuestionan. Hay miedos saludables y hay miedos enfermizos. Un miedo a un tigre es saludable, si lo tienes de frente necesitas tomar acción. En otros casos la cautela es válida cuando necesitas más información antes de actuar. Otros miedos, como miedo al éxito, al fracaso, a comunicarte, al amor, a una enfermedad o el miedo al rechazo, a la muerte, al fin del mundo, o inclusive a la vida, pueden paralizarte. Muchas personas temen a Dios, a su castigo, a la condenación eterna, pero el temor de la culpa corroe el alma. 

Hay noticias e interpretaciones de la misma Biblia que empeoran el miedo, como la interpretación literal de profecías de final del mundo y del Apocalipsis y las Revelaciones (que no eran literales según San Agustín). Observar que el final es una metáfora que se ha repetido a través del tiempo porque Dios siempre nos salva de algún anticristo incluso en nuestra mente, y que realmente es todo aquel que nos divida incluso usando religión, política, raza, y a veces hasta puede ser de nuestro propio bando, al final hasta lanzamos un arma nuclear, y algunas iglesias incluso bendicen las armas. No hay guerras santas. Diábolo (diablo), en griego significa literalmente división. Personalmente, comprendí que no es nada exterior, sino la ignorancia (perdónalos que no saben lo que hacen, decía Jesús). Es un planeta que olvida que Dios es uno y que nosotros somos uno con Él, no podemos hacer daño a nuestras manos sin hacernos daño nosotros. Dios es uno, en el vivimos y nos movemos según Pablo. No tengamos miedo.

Dios perdona, nos da incontables oportunidades, no lleva cuentas, lleva gracia infinita. La mayor parte de nuestros miedos, no suceden, pero el solo pensar sobre los miedos, desata los químicos que alteran nuestro sistema como si estuviera ocurriendo la emergencia cada momento en que lo pensamos. Por esa razón mientras más tiempo pasemos en los medios sociales más miedo, pues adoptamos las formas mentales de miedo de otros, incluso de personas que no están bien en la cabeza, y esto desata todos nuestros miedos e inseguridades. El miedo es enfermizo cuando viene del apego, de la no aceptación, de la probabilidad de que las cosas no siempre van a salir como queremos. ¿Quién controla el universo? La misma naturaleza de la vida es cambio y es impermanencia. 

El miedo a perder la seguridad y el poder, lleva a naciones a hacer negocios con enemigos, a dar el poder a seres sin escrúpulos, y hacer guerras con inocentes para controlar los recursos. Pero en nuestras casas, el miedo a perder la seguridad y olvidar que todo bien viene de Dios, nos lleva a trabajar de más, o quizás a trabajar promoviendo un producto equivocado, incluso nuestro cuerpo. 

El miedo se vence al recordar que vivimos en Dios, Él no está allá afuera, según las palabras de Pablo “en él vivimos y nos movemos”, vivimos en un mar de amor, al que se regresa por medio de la oración porque el miedo es un síntoma de desconexión de lo que ya tenemos dentro. Otra palabra para esa desconexión es desconsuelo.

Se consigue consuelo, al buscar refugio en Dios. El miedo se sana al soltar, al respirar, al tener sabiduría, al conectarnos con Dios. Como un niño en la noche, el miedo es sólo falta de luz, falta de no ver, de entender que no hay un monstruo en el armario. Cuando te conectas a la luz Divina, vuelves a ver, se va el miedo. La falta de conocimiento de sí mismo es la mayor causa de miedo y de sufrimiento.

La antítesis del miedo no es la valentía ciega, sino la fe certera de dar pasos de la mano de nuestro máximo Centro de información junto a nuestros sentidos, para caminar por el sendero seguro de la mano de Dios. La paz hace que escuchemos la intuición, mientras que el miedo la suprime. El miedo se va cuando nos damos cuenta de que no estamos solos, de que existe un orden, de que Alguien te escucha, y de que nadie puede tocar tu alma.

Pide sabiduría, escucha tu corazón, mira las señales y también usa tu intelecto para encontrar un acuerdo. El miedo es un conflicto entre tu alma, tu corazón y tu mente. Cuando tu alma, corazón, y mente resuelven la incongruencia, el miedo desaparece. Nunca hay garantías, pero ¿por qué temer? cuando el mismo Director del Universo te acompaña.

“Mi Dios, contigo no tengo nada que temer, mi alma es parte de la tuya, es indestructible y eterna”. 

Si puedes ponerte al día con los escritos este fin de semana sería bueno. Ve al enlace abajo.

Te comparto una versión personal de este Salmo 91, que se atribuye a David en la septuaginta (antigua traducción de la Biblia al griego), pero antes atribuido a Moisés en la tradición judía, es un antídoto eficaz para el miedo. Hazlo como una meditación.

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Gracias por acompañarme en estos 40 días y por sus comentarios. Algunas lecciones están en mi libro: Los ciclos del alma Gracias por compartir estas lecciones en los medios sociales, pueden ayudar a otros a tener un poco de esperanza en este tiempo.

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