Muchos repiten que entreguemos, pero pocos nos muestran cómo hacerlo. Para entregar a Dios, primero se necesita conocerle, recordar que Dios es bueno, compasivo, todo perdón. El miedo a Dios y la profunda reverencia son dos cosas diferentes, mejor respetar a Dios, pero no tener miedo. Si hay duda, leer a Juan:
“El que teme no está perfecto en el amor.”
1 Juan
El miedo y el amor son como el aceite y el vinagre, dice Juan “Donde hay amor no hay miedo”. Entonces ¿Por qué un Dios tan severo en el Antiguo Testamento? Creo que el Dios bueno verdadero se comunica en el idioma que podemos comprender dependiendo de la época y el contexto, desde comunidades tribales hasta civilizadas, Dios nos habla y nosotros comprendemos de acuerdo a nuestra consciencia del momento, no todos describen ni comprenden a Dios de la misma forma. Igual los escribas (aquellos que transcribieron los textos de la Biblia) lo comprendieron en su lenguaje histórico de acuerdo a su contexto, es por eso que se necesita aprender igualmente de la tradición oral que todavía mantienen algunas denominaciones cristianas del oriente. Conocían dioses que necesitaban sacrificios para dar beneficios. La Biblia muestra historias de cómo un grupo fue conociendo a Dios, y de cómo Dios se relacionaba con ellos (y con nosotros) por medio de un pacto de amor.
Existen algunas lecciones de la Biblia que no podemos aplicar literalmente a nuestro tiempo y contexto presente, por ejemplo, los hombres antes hacían sacrificios de animales y hasta humanos (si recordamos a Abraham), creían en esclavitud, y en algunos castigos y prácticas que ya no hacemos. Lo que sí hace sentido es que, si el destino del ser humano es ser más parecido a Dios, éste lo haga creciendo en una colaboración estrecha al participar en Su Creación, sin necesidad de destruir vidas para lograrlo. Algunas guerras todavía son aprobadas por iglesias, hasta bendicen armas.
Para lograr ser como Su imagen y semejanza, los humanos necesitamos aprender a colocar a Dios, el bien, la verdad y el amor por encima de todos los demás apegos materiales, incluyendo ideologías.
Al entregarle lo más querido, tu seguridad, tu familia, tu salud, Él no lo quitará, al contrario, como la historia de Abraham, lo bendecirá, te multiplicará y te recompensará. No hablamos de inacción ni resignación, realmente entregar exige una gran valentía.
Cuando oramos y pedimos la voluntad de Dios, necesitamos comprender que la expresión de Dios en nosotros es natural, pero a veces obstruimos su bien, la lección es que nuestro ego sea cada vez menos para que Su divinidad en nosotros sea más, una lección que repetía Juan el Bautista. Juan 3,30
Ora así:
Dios, hoy estoy dispuesto a entregarte todo lo que me agobia y hasta lo que me da alegría, aunque sea difícil entregarte, te lo entrego todo, y coloco en el holocausto, aquello que me da angustia, y en tu nombre te pido que transformes mi entrega y hagas todo nuevo.
Para entregar sólo necesitas tres palabras para un milagro: Haz Tu Voluntad. Y luego suelta, si vuelve el pensamiento, vuelve y entrega. Entregar es como el perdón, es una decisión de cada segundo. Hay que entregar 70 veces 7.
Dios es bueno, amoroso, compasivo, cuando entregamos nuestras experiencias más fuertes, Él las toma y nos devuelve todo, pero renovado.
«Entrega a Dios lo más que deseas y Él te devolverá lo que verdaderamente necesitas».
De mi libro Los Ciclos del Alma, mañana les compartiré la oración de entrega que ayuda a entregar y a conectar con Su voluntad (lo mejor para todos).
Gracias por acompañarme en estos 40 días y por sus comentarios. Algunas lecciones están en mi libro: Los ciclos del alma Gracias por compartir estas lecciones en los medios sociales, pueden ayudar a otros a tener un poco de esperanza en este tiempo.
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