
El Don de la ciencia en el Espíritu Santo dice Isaías, nos regala dones espirituales para reforzarnos en el camino del regreso a Dios. Hoy hablamos del Don de la Ciencia o conocimiento, como le llamaba Isaías. Cuando hablamos de ciencia algunos piensan que es contraria a la espiritualidad, y otros que se consideran científicos rechazan la espiritualidad sin saber que ambas se complementan; la verdadera ciencia y espiritualidad, no se oponen. Lamentablemente existen los extremos, el demasiado conocimiento nos lleva a no creer en nada, y por el contrario la falta de conocimiento puede llevarnos a creer en todo, resultando en la superstición. Ambos estados extremos terminan en el cierre de la mente.
Si no tengo amor, de nada me sirve hablar todos los idiomas del mundo, y hasta el idioma de los ángeles. Si no tengo amor, soy como un pedazo de metal ruidoso; ¡soy como una campana desafinada! Si no tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios y conocer sus planes secretos. De nada me sirve que mi confianza en Dios me haga mover montañas. 1 Corintios 13
Nuestra primera caída se dice que fue el comer del fruto del Árbol del conocimiento – del bien y del mal. Antes teníamos todo dado, todo era perfección, unidad y bueno, vivíamos en la conciencia del Paraíso, que no era un lugar sino un estado de unidad. La caída denota la dualidad, la división entre el bien y del mal, pero dice Génesis que Dios hizo “todo” bueno. Dios dice en Génesis, que esta separación es la muerte, no por Su castigo, sino por la consecuencia de sacar la flor del arbusto. La flor muere no por castigo, sino por separación de su fuente de vida. En nuestro caso, tenemos el libre albedrío tanto para elevarnos como para caer.
El Don de la Ciencia, es la habilidad de llegar a conclusiones por medio de la observación, sin embargo, el verdadero conocimiento de las cosas ocurre cuando la ciencia está bendecida por el Espíritu. La ciencia que intenta un conocimiento sin Dios (sin ir más allá de lo que se puede ver y comprobar), sin duda corre el riesgo de alejarnos del amor. Aunque cuidado, la religión que se enfoca sólo en el conocimiento de sus leyes, sin los atributos de amor, compasión y unidad está igual de equivocada.
La Ciencia no está hecha para comprobar que la espiritualidad es falsa, todo lo contrario, es para observarla y colocar palabras donde no existen explicaciones, pero sin olvidar que habrá misterios que no sabremos hasta cruzar la línea de la materia y el cielo.
Sólo podemos conocer sobre otro ser humano por medio de una relación directa, igual sucede con Dios, pueden hablarnos sobre Él, explicarnos, memorizar y repetir, pero conocer verdaderamente sucede por medio de la experiencia de una relación personal.
La primera observación del ser humano fue al mirar hacia las estrellas, para ir conociendo la naturaleza, pero el último conocimiento será por medio de la observación y el conocimiento de sí mismo. Hoy también se celebra la Trinidad, somos imagen y semejanza de Dios, Padre (No creado), Hijo (Creado), Espíritu Santo (Espíritu), conocer a Dios es conocernos pues somos imagen, aunque la semejanza puede perderse no podemos perder su imagen. Hace miles de años no existían palabras para describir ciertos conceptos, los profetas colocaban en parábolas lo que no podían comprender. Entender no es un requisito para la fe, todo lo contrario, se puede tener fe sin entender, y por el contrario puedes pensar que entiendes, pero no tener fe o compasión. Creer en las fórmulas, en las estadísticas y en la academia sin la guía de Dios o el amor, no es verdadero conocimiento, porque es el amor lo que da sentido a lo demás. El Don de la Ciencia también nos lleva a comprender lo que significa ser custodios de la naturaleza, como nos mostró San Francisco de Asís al ver a Dios reflejado en toda su creación. Este don muestra cómo proteger la creación y no explotar las criaturas de todos los reinos, que el mismo Dios ha colocado a nuestro cuido. Nada de la Tierra nos pertenece, pero todo de ella nos compete. «Lo invisible de Dios, su eterno poder y divinidad, son conocidos mediante las criaturas». (Rm 1,20).
Decía el Papa Francisco sobre el don de la ciencia:
«Y cuando Dios terminó de crear al hombre no dijo “vio que era bueno”, sino que dijo que era “muy bueno” (v. 31). A los ojos de Dios nosotros somos la cosa más hermosa, más grande, más buena de la creación: incluso los ángeles están por debajo de nosotros, como hemos escuchado en el libro de los Salmos. El Señor nos quiere mucho. Debemos darle gracias por esto. El don de ciencia nos coloca en profunda sintonía con el Creador y nos hace participar en la limpidez de su mirada y de su juicio. Y en esta perspectiva logramos ver en el hombre y en la mujer el vértice de la creación, como realización de un designio de amor que está impreso en cada uno de nosotros y que hace que nos reconozcamos como hermanos y hermanas». –Papa Francisco (2)
Ora así:
Señor dador de vida, muéstrame el verdadero conocimiento, la ciencia para poder reconocer los misterios de tu creación.
Práctica:
Observa y agradece las maravillas de la naturaleza, pide al Espíritu Santo que te revele el amor de Dios por medio de su creación. Pide a Dios que te muestre sus verdades.
Por Sharon M Koenig
(1) Génesis
(2) Papa Francisco – Audiencia general mayo 2014
Gracias por leer las lecciones y por sus comentarios. Algunas de las lecciones están en mis libros, aquí mis enlaces. Gracias por compartir estas lecciones en los medios sociales, pueden ayudar a otros a tener un poco de esperanza en este tiempo. Mañana tendremos otra lección, todas van invocando y aclarando los diferentes dones, no olvides hacer la oración de la primera lección.
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