
El primer don del Espíritu Santo es la sabiduría, que no significa entender todo, todo lo contrario, a veces sabiduría es aceptar que no todo lo sabemos y que necesitamos una sabiduría superior, pues la sabiduría no necesariamente llega por el conocimiento. Conocer no siempre es saber y para saber no siempre es necesario entender, porque la sabiduría no nace de lo que hemos aprendido, sino que es poder ver todo por medio de los ojos de Dios. Usualmente los seres humanos no vemos ni elegimos claramente, sino que escogemos reaccionando a nuestros deseos, pasiones, expectativas, ilusiones o desilusiones. Ver con el Espíritu Santo es poder ver todo tal cual es, porque a veces vemos las cosas más grandes o pequeñas de lo que son verdaderamente, o las vemos divididas desde nuestros juicios y prejuicios. Cuando decimos que alguien es sabio, poco tiene que ver con religiones ni universidad. La sabiduría viene desde el Espíritu, no de la mente.
Si caminamos en un cuarto oscuro, por mejores ojos que tengamos, tropezaremos, pero la luz verdadera de la sabiduría va más allá del ojo físico, es el ojo de Dios en nosotros que ilumina todas las cosas, mostrando la verdad. Sabiduría es ver más allá de lo que la mayoría piensa que es lo correcto, más allá de lo que queremos, de lo que pensamos que nos gusta o pudiera gustar a otros, a cambio de ver todo bajo el claro juicio de Dios, con los ojos de Dios, con los pensamientos de Dios y con la voluntad de Dios. Sabiduría, es poder ver lo que place a Dios, que es poder ver nuestro propio bien y el de los demás. La sabiduría es claridad, porque las aguas turbias se aclaran con el amor.
Decía el Papa Francisco que el don de la sabiduría no es saberlo todo sino saborearlo, que es sentir el sabor de Dios en todo lo que hacemos.
Es verlo todo como un regalo, con agradecimiento y devoción sabiendo que el Espíritu de Dios nos ama, nos anima y está presente en todas las cosas. Esta sabiduría viene como resultado de una relación personal con el Espíritu Santo, que está en nosotros. La sabiduría es lo que surge cuando nuestro corazón se va armonizando a la verdad, que es cuando mantenemos La Presencia de Dios en nosotros, entonces se revela su Ser por medio de una eterna conversación silenciosa con el Espíritu Santo, quién es también el defensor de la verdad.
Algunas verdades son inexplicables, no basta aprender para saber, otras veces saber no es otra cosa que recordar.
Sabiduría es saber cuándo callar y otras cuándo hablar, ambas son necesarias en algún momento. Tanto el silencio como la palabra pueden hacer bien pero también pueden hacer daño. Hay veces que nada duele más que un silencio, cuando necesitamos una palabra.
Todos queremos saber nuestro propósito. Cuando los Apóstoles recibieron los dones del Espíritu Santo en Pentecostés, nació una pasión inquebrantable de servirle. Los Apóstoles no eran teólogos, no se trataba de conocer sino de reconocer. Pablo nunca conoció a Jesús personalmente, su sabiduría fue recibida por medio del Espíritu. Cuando tuvo su experiencia con Jesús en Emaús, Pablo ya era devoto de su práctica, Dios nos encuentra por la devoción, dónde estemos y como estemos. Saber no siempre es recibir una lección de un maestro terrenal, a veces Dios coloca su lección en nuestro corazón directamente y sin intermediarios. Como Jesús cuando preguntó a sus discípulos, ¿quién dicen que soy? Pedro, respondió: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente». Jesús le respondió, «… esto no lo ha revelado ni carne ni sangre (el cuerpo) sino mi Padre en el cielo (por el Espíritu)”. Cristo no es un apellido, como diría el Franciscano Richard Rohr, es un título y significa ungido.
El Espíritu de Dios está dentro de nosotros, darnos cuenta requiere un despertar, para verlo en otros primero necesitamos sentirlo en nosotros.
Hacer esta oración:
La Fuente del Espíritu bajó sobre la tierra, dividida místicamente en ríos de fuego, rociando a los Apóstoles e iluminándolos; y el fuego cayó sobre ellos en una nube refrescante, iluminadora y lloviendo llamas sobre quienes han recibido la Gracia por medio del agua y del fuego. Pedimos Espíritu Santo que hagas descender sobre nosotros la luz de tu sabiduría.
Ejercicio:
Observar cómo el Espíritu Santo estas 24 horas nos muestra sabiduría, pedir sobre alguna situación que necesites tener claridad. Invoca la fe y el entendimiento sobre los planes y la voluntad de Dios en tu vida. Ten fe.
Gracias por leer las lecciones y por sus comentarios. Algunas de las lecciones están en mis libros, aquí mis enlaces. Gracias por compartir estas lecciones en los medios sociales, pueden ayudar a otros a tener un poco de esperanza en este tiempo. Mañana tendremos otra lección, todas van invocando y aclarando los diferentes dones, no olvides hacer la oración de la primera lección.
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