En la Resurrección de Jesús, según la tradición Dios nos abrazó con sus brazos de luz y sanación, asumiendo en sí mismo toda la creación. En Roma se saluda con un ‘salve”. Salve, viene de la palabra sozo en Griego y significa sanar, hacer íntegro y completo. Somos como el grano de arroz que piensa que es sólo la cáscara, pero sanar es recordar que somos el grano completo y Jesús nos muestra cómo regresar a esa realidad. Gloria, significa esplendor, algo que es el grado máximo de perfección. Cuando soltamos la cáscara comienza la verdadera vida y Jesús nos mostró la primicia. Tenía un cuerpo nuevo pero casí no lo reconocía María Magdalena, también se dice que este cuerpo traspasaba las paredes, no era un cuerpo físico sino un cuerpo transfigurado de luz que a la vez en ese momento todavía no había perdido sus cicatrices, o sea que recordaremos nuestras lecciones para mantener nuestra humildad y humanidad como Jesús.
‘Cristo ha resucitado, verdaderamente, ha resucitado’ y nosotros con él.
No es causalidad que la primera persona en ver a Jesús resucitado y anunciarlo fuera María Magdalena: “Lo he visto con mis ojos” y la primera en evangelizar (que significa contar las buenas noticias) a los demás. Ella también, fue la primera persona que habló del Jesús resucitado, y no le creyeron, porque en esa época las mujeres ni si quiera podían ser testigo. En la antigua tradición cristiana de oriente, María Magdalena es conocida como parte de los seguidores cercanos de Jesús y, siempre se consideró una respetada apóstol, tiene el título de Apóstol de apóstoles, y es Santa, algo que el Papa Francisco aclaró oficialmente en el 2016.
Les comparto la historia sobre este huevo rojo de la tradición de los Bizantinos que siempre compartimos en la Pascua. Un querido monje, me hizo esta historia:

Dice una historia de la tradición Bizantina que María Magdalena tenía una alta posición y evangelizó en Roma, cuenta la leyenda que en un encuentro con el César en un banquete, ella tenía un huevo en su mano, y mientras ella decía “Cristo ha resucitado”, el César se reía, diciendo que era tan ridículo como que el huevo se tornara rojo en su mano. Apenas había terminado el César de decir estas palabras cuando el huevo se volvió rojo. Es una posibilidad del por qué la iglesia Bizantina regala huevos rojos, al menos las del Rito griego. El rojo también significa santidad, divinidad. El brazalete es de oración cristiana rito de oriente, aunque hecho en Grecia por una devota, cada nudo tiene 9 cruces, después les cuento sobre ellos.
Me encanta cuando en el evangelio María Magdalena está llorando por Jesús y él le dice, “María” y ella le responde “Raboni”, que quiere decir Maestro, luego cuando ella se acerca, Jesús le dice algo como: Sí, he resucitado, pero no te apegues… porque ya pronto Subo a Mi Padre que es también Padre de ustedes, a Mi Dios que es Dios de ustedes. En otras palabras al Padre Nuestro.
Aquí en la tierra podemos amar pero no podemos aferrarnos a un cuerpo sino que al Jesús ascender nos mostró por medio de esta lección que su espíritu se ha derramado sobre todos nosotros, no está sólo en el Cielo sino que está con nosotros en alegrías y tristezas. No busquemos a Jesús entre los muertos, al contrario está entre los vivos. Para hacer a Jesús vivo y para amarle, ya lo dijo él mismo, lo haces amando “al más pequeño” , porque amándo a los demás amas a Jesús.
Otra lección hermosa del rito Bizantino es la integración de que ya estamos salvos, no hay miedo o culpa porque Jesús ya nos salvó a través de la resurrección, aunque claro, la decisión de caminar en sufrimiento o en amor es de cada cual y de cada día. El anhelo de un ser humano por encontrar a Dios resulta en que Dios siempre escuchará y responderá a nuestro llamado en el lenguaje espiritual que cada ser humano sea capaz de entender. Sólo Dios conoce nuestro corazón y es inmensamente bueno, comprensivo y compasivo, mucho más de lo que nadie será contigo en esta tierra.
¡Cristo ha resucitado! Christ is risen! Christos anesti Almaseeh qaam! (Español, inglés, griego, y árabe)
Les comparto este himno, dice Cristo ha resucitado.. es solemne, en griego, lo cantamos a menudo, y no paro de escucharlo en mi corazón.
Soy la autora del libro Los ciclos del alma, para continuar las reflexiones que comenzamos en la Cuaresma, lo recomiendo mucho para conectarnos con Dios. Puedes conseguirlo en varios países e idiomas, búscalo en este enlace
Siempre me llena de emoción este himno que dice “Cristo ha resucitado y a vencido la muerte”.