Día 33,
Pedimos oraciones por otros constantemente, se llama pedir intercesión. Pedimos a personas de fe, para que ayuden a los nuestros. Recibo muchas llamadas para orar por otros y les hago oración cada noche junto a las de mis seres queridos y la propia. Siempre necesito oración, nadie es tan pequeño como para no ser escuchado, o tan grande como para no necesitar oración; el Papa pide que oremos por él, y hasta Jesús cuando oró en Getsemaní, pidió a sus discípulos que lo acompañaran, pero eso sí, se quedaron dormidos. No nos quedemos dormidos a la oración por otro.
Oremos y supliquemos en todo tiempo en el Espíritu, y con toda perseverancia supliquemos por todos los santos; y oren por mí, para que me sea dada palabra al abrir mi boca, a fin de dar a conocer sin temor el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que al proclamar lo hable con determinación, como debo hablar.
Pablo de tarso en Efesios 6,16
Pedimos para que cambien las circunstancias, pero para que se de un milagro, el cambio más importante necesita suceder dentro de nosotros. Necesitamos agradecer y ver las cosas ya hechas, no algo específico, sino con la certeza de que Dios nos ha escuchado; Amén significa: “Que así sea.” Al mirar al cielo, tal como lo hizo Jesús antes de resucitar a Lázaro, ya invitamos a una conexión con Dios. No lo hacemos con esa intención, pero al orar por otros, la bendición que pedimos, pasa primero por nuestro corazón para recibir la misma lluvia de luz que pedimos por el otro, por eso también Dios invita a que oremos por nuestro enemigo. Orar por otro sucede al verlo restaurado en el nombre de Dios. Igualmente el odio que sentimos por otro, es un trago que primero nos amarga el corazón. Todo lo que sientes por otro regresa, o mejor dicho se queda contigo.
En este momento de reto mundial, es urgente que nos unamos en oración los unos por los otros, o sea pedir intercesión divina. Muchas personas confunden la palabra intercesión por mediación. No hacen falta mediadores para hablar a Dios o pedir su perdón (lo hacemos directamente), pero a veces ayuda pedir unidos en la fe. “Cuando dos o más se unen en Su nombre…” Mientras más justos o practicantes, y mientras más cerca de Dios estemos, más fuerte nuestra fe y más alto hablamos al oído de Dios para orar por los demás, es por esto que algunas denominaciones piden a la Virgen y a los santos, porque se asume que están más cerca de Dios, que significa que son partícipes de sus milagros de bien y amor. Le pedimos a Dios por las cargas y hasta por el perdón de los demás, no porque Dios escuche sólo a los devotos, sino porque alguien con fe tiene la capacidad y la certeza de ver un futuro nuevo, por encima de las dificultades del otro, convirtiéndose en un co-participante de la creación (junto a Dios) de un mundo nuevo para bien.
En Génesis vemos a Abraham intercediendo por la vida del pueblo en la historia, al decir a Dios : ‘(Mi Dios) ¿Quizás si encontramos al menos diez justos (oradores)? (Para evitar una calamidad, Sodoma y Gomorra) Pero es que en ese momento no se encontraron ni siquiera diez. 32 Y volvió a decir: No se enoje ahora mi Señor, hablaré solamente una vez ¿quizá se hallarán allí diez? -No la destruiré, respondió, por amor a los diez.
La lección es que podemos orar, pero la oración en este contexto necesitaba ser grupal, cuando un grupo de personas ora aunque sea pequeño, puede evitar mucho dolor. No creo que Dios haya enviado un castigo antes ni ahora, los castigos son interpretaciones según el contexto y el razonamiento de las personas que vivían en ese tiempo, no hay peor castigo que nuestras propias consecuencias, porque se puede usar el poder de la intención para el mal, pero sí creo que:
Son las oraciones de los devotos, las que mantienen este mundo a flote, libre de una destrucción mayor.
¿Cuántos oradores hay activos en este grupo? Mucho más de los diez requeridos en el tiempo de Abraham (Génesis), por esa razón pienso que una visión con fe, llega a oídos de Dios. Quizás seas tú uno de los diez oradores, nunca pierdas la fe, nunca dejes de orar por los demás. Oremos sin cesar, como decía Pablo en 1 Tesalonicenses 5:17, lo que significa mantener una nueva imagen en nuestra mente del mundo y de ese ser querido 24/7 tal como es la imagen de Dios, una de amor, vida, paz, salud y esperanza.
¿Cuándo la oración se convierte en hechizo? Al pedir o forzar nuestras conclusiones en la vida de otro. Es importante pedir a Dios que se haga Su voluntad, no la de nosotros. La voluntad de Dios es amor. Nada ni nadie nos pertenece, cada cual tiene su libre albedrío, si invitamos que la voluntad de Dios intervenga, necesitamos aceptar y no forzar una conclusión egoísta. Ni siquiera Dios interviene en nuestras elecciones equivocadas.
¿Por qué hace falta la oración para que Dios escuche?
Somos co-creadores con libre albedrío. Creamos imágenes equivocadas de maldad solos, pero necesitamos arreglarlas juntos, colocando nuestra mente en Dios para que Su Reino se haga “aquí en la tierra”, como dice El Padre Nuestro. Cuando hablamos de Reino no se refiere a monarquías religiosas sino al amor, la unión y la paz de todos, sin importar raza o religión.
Venga a mi Tu Reino, aquí y ahora, Padre, hágase Tu Voluntad.
Mónica, una devota cristiana, durante años oró por su hijo que no creía en Dios y estaba perdido en vicios. Entonces, un obispo le aconsejó:
No le hables a tu hijo de Dios,
sino háblale a Dios de él.
Ambrosio
Al final dio frutos, hoy ese hijo se conoce como San Agustín, un doctor de la Iglesia. El obispo era San Ambrosio. No hay nada más poderoso que la oración de una madre por su hijo.
“Ora por mi”, dice el Papa Francisco a todos los fieles. Todo creyente tiene el derecho de pedir a Dios por el bien del otro (intercesión). Cuando oras por otro, sea amigo o enemigo, el sólo hecho de mirar al cielo hace que seas el primero en recibir la bendición.
Si me pidieras oración (yo, que no soy especial), oraría por ti, igualmente, yo les pido a ustedes que oren por mí. Y me ha sucedido en los inevitables momentos de reto sorpresa, que a todos nos sucede.
Orar por otros, es un regalo que Dios nos ha dado y que nos invita a la compasión y a la misericordia, tal como lo hizo Abraham, pero no estamos solos como Abraham, porque si oramos los unos por los otros, sanaremos el mundo.
Al pedir por otro siempre pedimos la voluntad de Dios (que es el amor universal). Es muy sutil la línea que existe al utilizar el deseo propio como manera de alterar la voluntad de otra persona por nuestras insistentes peticiones. Cuando uno quiere algo por encima de la voluntad de Dios y del otro, eso ya no es oración sino encantamiento o manipulación y esa, no es nuestra práctica cristiana.
La intercesión de Jesús fue la más poderosa:
“Padre, perdónalos que no saben lo que hacen” o la otra, “En verdad te digo que estarás conmigo en el paraíso.“
Coloquemos nuestra mente en Dios para que Su Reino se haga “aquí en la tierra”.
Venga a mí Tu Reino. Hágase Tu Voluntad. Recuerda, con la palabra o el pensamiento podemos bendecir a otro.
Gracias por acompañarme en estos 40 días. Si no te has inscrito en mi página, hazlo para recibir inspiración y noticias sobre eventos Estas y otras lecciones son de mi libro Los ciclos del alma. Para copias firmadas en EEUU. ir a Barnes & Noble o a otras tiendas según tu país, es un buen regalo para el Día de las Madres. Gracias por compartir estas lecciones en los medios sociales, pueden ayudar a otros a tener un poco de esperanza en este tiempo.
Saludos Sharon: Por favor, no borres tu blog de Cuaresma, después del Viernes Santo. Déjalo un tiempito más. Lo estoy leyendo y me encanta, pero estoy un poco atrasada. No creo que me pueda poner al día antes del Viernes Santo. Gracias!!
No te preocupes querida Ruth, lo voy a dejar y también lo estoy preparando en un libro guía de estudio Un abrazo