Día 11, Pasos para perdonar

Dios perdona, pero no existe un perdón interno o universal hasta que se dé una corrección interna de pensamiento, percepción, y comportamiento. Lo que se percibe como castigo de Dios, la mayoría de las veces es la consecuencia de una acción tomada fuera de integridad, o de nuestro verdadero ser; el malestar interno es el aviso diario de que necesitamos corregir nuestro curso de acción para retornar a nuestro centro y armonía. 

Les comparto algunas lecciones que he aprendido en este mundo de caídas y aprendizajes, porque perdonar también es recordar que todos somos humanos.

Perdonamos, nos perdonan y nos perdonamos. Cuando se trata de un perdón hacia nosotros mismos, quitar la culpa es recordar, esta lección de la poeta Maya Angelou: “Perdónate por no saber lo que no sabías antes de aprenderlo”.

Por otro lado, el que corrige su actuación sólo por miedo al castigo, o al qué dirán no ha evolucionado en el perdón. El perdón propio no sucede sólo por palabras, sino por conciencia cuando nos damos cuenta visceralmente de un error. No hay castigo, sino consecuencias, el sufrimiento es el recordatorio de que hemos actuado en error, y es la piedra del zapato que nos salva de no destruir el pie. A menos que no sea una persona con algún problema psicológico, el arrepentimiento sincero tiene la función de hacernos regresar al centro de nosotros mismos, mientras que la culpa nada logra sin un cambio verdadero. El perdón no es sincero cuando sólo se busca quitar el remordimiento propio.

Paso 1 – ESTOY DISPUESTO, MI DIOS

Estoy dispuesto a perdonar.  Decir estas palabras y soltar, y cada vez que regrese el pensamiento de dolor, repítelo: Mi Dios por medio de tu fuerza, estoy dispuesto a perdonar… luego,  solo espera. Debes estar alerta, pues puede suceder en cualquier lugar o en cualquier situación y cuando llegue esa oportunidad, debes actuar, como en el caso de que el agresor pida tu perdón, liberando así a esa persona y a ti mismo. Recuerda, no eres el que da perdón, solo Dios, aquí perdón significa: “Bien, suelto y dejo ir esta historia”. No podemos cambiar las otras personas y nuestra paz no puede depender de lo que ellas decidan hacer, por lo tanto no esperes ningún resultado de ellas. No tienes que comunicarte necesariamente, solo espera. En el momento que tu corazón se sienta en paz, ¡Ya está hecho!

Paso Dos- Siente tus emociones, escribe y quema

Escribe mientras sientes cada emoción de ira sin reprimirla. Por ejemplo: Estoy sintiendo un dolor muy grande.

Desborda en este papel, toda tu furia y todos tus pensamientos. Cuando termines, toma el papel, quema y bota las cenizas mientras dices: Esto también pasará, suelto y dejo ir todo rencor.

Luego, simplemente olvida y no pienses más.

Paso Tres- Ora por el bien de tu enemigo

Cada vez que venga a tu mente la imagen de la persona que te ha ofendido: Envía tu amor y ora diciendo: ¡Que Dios te proteja y que encuentres tu más alto destino de amor y felicidad, ese es mi deseo!

Al principio, quizás tus palabras no te fluyan con sinceridad, pero a medida que sigas con el ejercicio, te aseguro que ocurrirán milagros. Muchas personas hieren a otras precisamente porque no tienen dicha propia.  Éstas, al encontrar su propia felicidad liberan a los demás y es posible que cuando te la encuentres de nuevo sea una persona diferente. Pero recuerda, no puedes controlar cómo otra persona reacciona, solo puedes escoger mirar las cosas de otra manera.

De vez en cuando pasa inventario en tu vida y pregúntate a ti mismo, si albergas en tu corazón resentimiento hacia otra persona, entidad o grupo. La meta es tener un corazón limpio de reproches, y es posible lograrlo.

Si puedes recordar un momento en el que te han herido y puedes recordarlo sin la emoción negativa atada a ese evento, ya has perdonado. Anda, eres libre, has soltado tus cadenas, ve y crea junto a Dios una nueva vida, tienes una nueva oportunidad de ser feliz. Está en tus manos.

Remediar

No estás solo en esto de perdonar, necesitas buscar el perdón de tus propias ofensas, a veces no en persona, pero sí es necesario ir a Dios en oración, y si es posible también hacerlo en Confesión  (si eres Católico, sabes lo poderoso de este acto para soltar esos lazos con la culpa), pedir perdón a Dios por tus errores y por el odio que sientes por los errores de otros, es el acto más sublime que puedes hacer.  Otra manera de buscar el perdón personal es por medio de la acción, si hay un malentendido y si es posible y seguro, busca la forma de sanarlo, con una tarjeta bonita, una llamada, un “lo siento”, aunque pienses que no eres culpable en la situación, no buscamos estar de acuerdo con ellos, ni ganarles la discusión,  sino estar en paz.

Dios perdona tus ofensas, en la medida que perdones a los que te ofenden.      

Lección del Padre Nuestro   

Salmo 51 Instrucciones de David (Recordemos que los Salmos eran canciones inspiradas, poemas que se recitaban en forma de ritual, no siempre deben tomarse de forma literal, pero tienen sabiduría y son muy poderosos para conectarnos a Dios, son un llamado. David cometió faltas, algunas graves, este es su llamado.)

Feliz es aquel quien sus culpas y pecados
le han sido perdonados por completo.
Feliz el hombre que no no tiene malas intenciones
y a quien el Señor no acusa de falta alguna.

(Aquel que tiene la conciencia limpia, porque ya actúa mejor)

Mientras no confesé mi pecado (no acepté mi error)
mi cuerpo iba decayendo (nuestra salud se afecta cuando caminamos en error)
por mi gemir de todo el día,
pues de día y de noche
tu mano (nuestra propia conciencia) pesaba sobre mi.
Como flor marchita por el calor del verano,
así me sentía decaer.

Pero te confesé (cuando aceptamos)
mi pecado y mi maldad sin niguna reserva;
decidí confesarte mis pecados,
y tú, Señor, los perdonaste.

 Por eso, en momentos de angustia
los fieles te invocarán,
y aunque las aguas caudalosas se desborden,
no llegarán hasta ellos.
Tú eres mi refugio:
me proteges del peligro,
me rodeas de gritos de liberación.

 El Señor dice:
«Mis ojos están puestos en ti.
Yo te daré instrucciones,
te daré consejos,
te enseñaré el camino que debes seguir.
No seas como el mulo o el caballo,
que no pueden entender (cuando somos obstinados)
y hay que detener su brío
con el freno y con la rienda,
pues de otra manera no se acercan a ti».

Algunas lecciones del libro Los ciclos del alma

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Aunque los mensajes y el libro tienen la capacidad de aliviar el alma, las respuestas de la autora, el libro y su contenido no pueden diagnosticar ni sustituir un tratamiento o el consejo médico o profesional. Antes de comenzar una nueva rutina de ejercicios espirituales o físicos consulte a su médico o terapeuta. Nunca interrumpa medicamentos o tratamientos sin la debida supervisión médica. Por favor, en el caso de una depresión, ya sea suya o de alguien cercano a usted y en especial cuando observe que se tienen pensamientos suicidas o de incapacidad de manejar su vida o sus emociones, acuda inmediatamente a un familiar y busque ayuda profesional, ya que estos comportamientos, reflejan una emergencia y es importante recurrir a ayuda inmediata.

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